Subcomisario Arévalos narra el dramático rescate fallido en masacre de orientales

El subcomisario Toribio Arévalos fue testigo directo de la escena dantesca que se desarrolló en el edificio Castillo de Diamante de Ciudad del Este, donde una disputa comercial entre ciudadanos orientales culminó con cinco muertos en circunstancias trágicas.

El agente relató cómo un ciudadano oriental se acercó desesperado pidiendo auxilio mientras patrullaba con el GEO, iniciando así una cadena de eventos que expuso las limitaciones operativas de los cuerpos de seguridad.

Al llegar al edificio, Arévalos encontró a otro oriental que ofició de traductor y le alertó sobre la masacre en el piso 15, con personas fallecidas y heridas que necesitaban rescate inmediato.

La presencia de gas los obligó a evacuar rápidamente, temiendo una explosión inminente. Los bomberos llegaron minutos después, pero los recursos eran insuficientes: las máscaras de oxígeno disponibles apenas duraban 15 minutos, haciendo imposible alcanzar el piso 15 a través de las escaleras inundadas de humo.

La desesperación llevó al uso de la escalera telescópica de bomberos para acceder por el exterior, rompiendo finalmente una puerta en el piso 15. Allí encontraron a una persona ensangrentada en el pasillo, víctima de múltiples heridas de arma blanca. «Lo bajamos a pulso sin camilla», recordó Arévalos con amargura, «pero lastimosamente no sobrevivió. Eso me afectó profundamente, fue un esfuerzo enorme que resultó inútil».

Mientras tanto, los bomberos rescataban a una madre y su hija de una de las habitaciones. El presunto agresor, acorralado sin vías de escape tras escuchar los gritos de «policía», habría optado por autoeliminarse antes que enfrentar la justicia. Este trágico episodio revela las carencias estructurales que obstaculizan las operaciones de rescate en situaciones críticas.